Entre tantas montañas decidí subir alguna para ver si te encontraba, más en vano fue mi esfuerzo y efímera mi ilusión.
Y aún pese al hastío, tan sólo encontré soledad.
Y si ahora me sumo en la tierra, ¿qué cima no tocará el mar?.
Una barca me hice con razón, para poder navegar sin miedo por mis sentimientos.
La marea bravucona me llenaba el corazón y las estrellas no brillaban todavía.
Choqué contra el incesante ruido de la calma y quise molestar callando.
Mi barca se rompió.
Y si ahora subo con la bruma hacia mis deseos, ¿que mar no llegará a la cima?
Y ahora, que con tanto empeño cambié las cosas, no puedo tropezar sin hundirme y para llegar a la cumbre tan sólo tengo que resbalar.
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