Bo.

Subyace el recuerdo inexistente de mi empatía en algo más que millones de litros de perdón.
Me desbarato con cada amago de desafío y mi persona difiere en alguien que no se sostiene sino con la ayuda de lo temido.

¿Qué más da implosionar si nadie lo puede ver?

Me han enseñado a respirar con ansia aún cuando no me ahogo en los recuerdos;
padezco ceguera en la razón mas aún recuerdo como ver.

Sea acaso un experimento vacío de afección el propósito de mi existencia, busco sin afán una motivación para revertir mi condena.

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